Restos celtíberos - Muralla

A día de hoy, todavía no existen evidencias de una ocupación previa a los siglos II-I a. C. en el Castejón de Luzaga. Lo cierto es que a finales del siglo II a. C., se individualizaron una serie de grandes centros poblacionales en el área del Alto Jalón- Alto Tajo, entre los que destacan El Castejón y Los Rodiles. Estos son potenciados por su importancia geoestratégica en relación con las vías de comunicación y control de los recursos líticos.

Sin embargo, la clave para entender la presencia del Castejón es el río Tajuña, ya que, por su característica como vía de comunicación natural, ha sido desde la Prehistoria hasta la Edad Media uno de los principales caminos para conectar la Meseta sur con el valle del Ebro.

La construcción celtibérica del cerro Castejón se asemeja a lo que fue un castro o poblado de la tribu de los lusones o tittos.

La muralla, a pesar del mal estado en el que se conserva, presenta una técnica constructiva de gran calidad y solidez. De hecho, pueden contemplarse todavía en esta los restos de las tres torres, separados entre sí por unos cien metros. En el interior de su recinto, se conservan otras estructuras que no tendrían una función defensiva, sino que podrían relacionarse con espacios públicos y sagrados de la ciudad.